martes, 4 de mayo de 2010

2. Traducción

Qué significa ser alemán

Christoph Stölzl – 10/09/2005 – 00:00

La encuesta llevada a cabo por Die Welt muestra que de lo que más se enorgullecen los alemanes es de la libertad de expresión, la reconstrucción del país, la Constitución y la Reunificación.

Anima naturaliter christiana est dijo antaño Tertuliano, el teólogo romano. Pero digamos mejor ‹‹occidental›› en vez de ‹‹cristiana›› o, más políticamente correcto, ‹‹europea››. Mantengamos, además, la necedad histórica de que la libertad del individuo es el mayor progreso de Europa y, en vista de la asombrosa coincidencia con los resultados de la investigación sobre la mentalidad europea, podemos ser testigos, incluso en nuestros tiempos, de la profecía del Padre de la Iglesia cartaginés. Porque, ¿cuál es el valor principal con el que se identifican tanto los británicos como los alemanes? La libertad, el poder expresar abiertamente la opinión. El segundo puesto en la escala de valores lo ocupa la complicada forma en que la libertad triunfa sobre la opresión. Los alemanes se enorgullecen de su respuesta liberal al destructivo tirano a partir de 1945: la reconstrucción del país y la Constitución, en cuyo centro se encuentra la dignidad del hombre. Así mismo, se sienten orgullosos del año 1989, de forma diferente que del 1945, donde los propios alemanes consiguieron la victoria de la libertad de forma pacífica y sin derramamientos de sangre, algo que encaja como anillo al dedo con el orgullo británico del fair play. El hecho de que los alemanes identifiquen como su mejor representante al hanseático Helmut Schmidt, que seguramente sea el ‹‹más británico›› de todos los cancilleres alemanes, no hace más que cuadrar mejor aún la escena.

Los alemanes, una nación europea moderna, en paz consigo misma, orgullosa de su papel en el continente como fragua de ideas desde hace un siglo. Los alemanes, orgullosos de Goethe y de Albert Einstein y, para sorpresa de la crítica cultural, menos interesados en las estrellas del deporte y del pop. Los alemanes, aprendiendo en sus ‹‹buenas escuelas››, tengan o no ‹‹buenos cocos››, a ser diligentes y educados. Los alemanes, aplicados y rigurosos, lo que siempre se les ha echado en cara. ¿Por qué deberían dudar de sí mismos?

¿No circulan alrededor del mundo los productos automovilísticos hechos con sumo cuidado? Los alemanes son eficientes, pero no creen que sean solo máquinas y tampoco se convertirán en simples hombres que se rigen por la ley de la selva. Se consideran más bien amantes de la justicia, de lo que su Estado social es la mejor prueba. Es sabido que los alemanes viajan a través del mundo casi como ningún otro país, pero esto no quiere decir que no les guste estar en casa. Los alemanes aman sus paisajes. Aman, simplemente, su país, como dijo el Presidente federal en su discurso de toma de posesión. Se acabaron los tiempos cuando uno consideraba a su predecesor como alguien reservado que solo puede amar a su mujer.

Se puede tener curiosidad, en cómo la crítica cultural alemana reacciona ante esta situación meteorológica general de anticiclones mentales. Armonía, la satisfacción ciudadana y social de haber logrado semejante éxito civil, la ausencia de todos los recuerdos militares: ¿dónde queda la percepción de lo problemático, de lo sombrío, de las largas sombras del pasado?, ¿Qué lugar ocupa el mudo huésped A.H. en el futuro nacional?¿Dónde están al menos las constantes de lo pintoresco a las que antes se consideraban típicamente alemanas? ¿Dónde está el bosque alemán, y el pastor alemán, dónde el movimiento Burgenromantik y la cocina tradicional, el chucrut? Aún así todo esto no es suficiente caracterizar a los alemanes actuales. A pesar de lo que se dice en la primera parte de Fausto en alemán se miente cuando se es cortés, ¡la cortesía se mide por los valores nacionales!

El perspicaz experto en interrogatorios probablemente se habrá dado cuenta de que estas preguntas no solo retumban en el bosque alemán sino también fuera de él. Es cierto que se han ofrecido muchas imágenes positivas, porque en un bufet quién preferiría un plato delicado a uno consistente. Sin embargo esto se tomó a la ligera, cuando se formó la armónica imagen propia de los alemanes del 2005 simplemente para un sondeo de opinión. Lo que muestran los números es la verdad, los alemanes viven en sus sentimientos, en el caparazón de los valores europeos de libertad, igualdad y fraternidad. En lo profundo de su mentalidad nacional los alemanes son muy parecidos a sus vecinos europeos. Precisamente porque aun recuerdan perfectamente la destrucción de sus hogares, no les interesan en absoluto los valores que difieren de aquellos principios sagrados comunes a todas las personas de buena voluntad. El resto de principios, que se consideran una peculiaridad nacional, mueven el gran molino de la globalización cultural.
Para la educación política, el estado de ánimo de la causa alemana debería convertirse en un auto-examen. Porque no solo en los días conmemorativos, en los que se recuerda la historia de la cruel Alemania anterior a 1945, circulan diferentes estadísticas demoscópicas entre la opinión pública. En ella se habla de la tentación de un pensamiento antiliberal que amenaza la mentalidad colectiva. Me interesaría en especial cuál de estas demoscopias ofrece una imagen más nítida de la radiografía del alma de Alemania. Quizás este acertijo se resuelva por sí mismo teniendo en cuenta, también en la investigación de la mentalidad, el principio fundamental de la democracia, la toma de decisiones por mayoría.

Existe una bibliografía inmensurable que trata lo “difícil” y “vulnerable” de los alemanes y otra insignificante sobre “la tranquilidad en la tierra” de aquellos que mantienen nuestra sociedad unida. Los extremos son llamativos y, para la prensa, más interesantes que los términos medios. Aquellos que han dado un paso fuera del camino del sentido común libre o que quizás podrían hacerlo, deban ser protegidos si es necesario. Sin embargo, esta preocupación -mantenida artificialmente- de que toda nuestra vida y ejercicio democrático se tambalee bajo nuestros pies, puede quedar archivada en la neurosis alemana.

¿Qué es típicamente alemán? Lo característico del ser humano: la alegría de vivir y el orgullo por todo aquello que ha llevado a cabo; así como la forma en la que ha nacido el hombre, en libertad.

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